Seminario abierto permanente “Género y sociedad”. Universidad de San Andrés.

Sexo, género, diversidades
y disidencias sexuales

 

Diana Maffía
Doctora en Filosofía

 

Sexualidad

Tema complejo. Se piensa que el sexo es el sexo biológico, una entidad observable; esta entidad tiene una lectura cultural, influida por la historia y las convenciones sociales; esto último sería el género, es decir, el modo en que se interpreta el sexo biológico. Es la definición más habitual.

Sexo: biológico
Género: cultural

Pareciera que hay una realidad y una lectura sobre esa realidad. Por una cuestión filosófica no puedo decir que por un lado acá hay una realidad desnuda de lectura humana, sin interpretación posible y por este otro lado se encuentran las múltiples interpretaciones de ella. Creo que hay una prioridad del género sobre el sexo, nuestras convicciones sobre las diferencias de género nos hacen ver esa realidad, interpretarla, darle prioridad a ciertos aspectos de esa realidad para definir qué cosas son los sexos.

Entonces, el género es el condicionamiento de esas interpretaciones que llamamos realidad biológica.

Cuando hablamos de las diferencias sexuales, lo habitual es hacer una diferencia dicotómica, es decir, una diferencia entre varones y mujeres como dos categorías opuestas que agotan el universo del discurso de la sexualidad y que además no permiten que los rasgos de una de las identidades, p.ej., mujer, se superpongan con los rasgos de otra de las identidades: varones.

Diferencia dicotómica exhaustiva y excluyente: varón/mujer

Los conceptos -varón/mujer- son exhaustivos y excluyentes. Entre ambos conceptos agotan el universo de la sexualidad: los seres humanos se dividen en dos: varón y mujer. Es todo lo que hay. Esto se vincula con el principio aristotélico del tercero excluido.

Excluyente se refiere a que si un individuo está de un lado del par, carece de de los atributos del otro lado del par. En la lógica aristotélica, las categorías son excluyentes. Esto implica, también, que mi pertenencia en una categoría define mi ausencia en la otra, vinculado al principio aristotélico de no contradicción.

El principio de identidad me dice que A es A; el principio de no contradicción me dice que no se puede dar a la vez que A sea A y no-A; y el principio de tercero excluido me dice que A o no-A y no hay una tercera posibilidad.

Hablo de categorías dicotómicas aristotélicas porque están muy incorporadas al mundo occidental a través de la lógica, para Aristóteles eran principios de todo pensamiento, y también eran principios metafísicos, que fundaban la naturaleza de la realidad y principios ontológicos; estos principios explicaban cómo era la realidad.

Para Aristóteles las estructuras del mundo, del pensamiento y del lenguaje eran las mismas, al igual que sus categorías. Estos principios fundaban el mundo y mi percepción del mundo, mi lenguaje descriptivo del mundo y mi lógica para argumentas acerca del mundo: IDENTIDAD-TERCERO EXCLUIDO-NO CONTRADICCIÓN.

Esto funda una visión del mundo como verdad y falsedad (en la lógica aristotélica, hoy hay muchas más lógicas con múltiples valores: jurídica, deóntica -obligatorio, permitido y prohibido-, temporales -algo puede ser verdadero en el futuro o falso-). Ciertas verdades científicas están determinadas por sus estructuras de razonamiento.

Entonces, una dicotomía sexual implica interpretar la sexualidad de una manera tal que solo hay dos sexos, varón y mujer, que esos dos sexos se excluyen, si es varón implica que es no mujer y si es mujer implica que es no varón, esto quiere decir que cuando yo digo varón por ciertos indicadores que me definen este concepto estoy quitando la posibilidad de que alguna mujer tenga alguna de esas cualidades y viceversa. La dicotomía me dice que la identidad permanece, que no hay más que dos posibilidades que se excluyen y que no hay más posibilidades que estas dos.

Criterios para la sexualidad

Por un lado tenemos criterios para definir la sexualidad y por otro tenemos resultados al aplicarlos. Los criterios que se aplican son de dos tipos: fenotípicos -acerca de la anatomía de los sujetos- y genotípicos -relacionados con los cromosomas-.

Si pensamos en los fenotipos -genitales-, al nacer observo: si tiene pene es hombre y si tiene vagina es mujer. Otro aspecto fenotípico son las gónadas: testículos en el varón y ovarios en la mujer. Los gametos producidos: espermatozoides en el varón y óvulos en la mujer. Las hormonas: testosterona, androsterona y androstendiona en el varón y estrógeno y progesterona en la mujer. Estas hormonas intervienen para desarrollar los caracteres sexuales secundarios: el vello, la musculatura, la voz, desarrollo de los pechos…

Los rasgos genotípicos implican que los varones son XY y que las mujeres son XX.

Así diríamos que se dividen físicamente los sexos. Hasta acá parece dicotómico, es decir el sexo masculino se define por una serie de condiciones físicas y cromosómicas y el sexo femenino por otras y no comparten las condiciones. Por lo tanto, si llegado el caso tuviéramos dudas con las características físicas, apelaríamos a las genéticas.

No siempre es así.

En muchos casos -uno cada dos mil nacimientos, aproximadamente, una incidencia importante-, un bebé nace sin un alineamiento de estas condiciones, en algo que se llama sexo ambiguo, intersexualidad, trastornos de la diferenciación sexual -por corrección política-, es decir, se miran los genitales y no se sabe si son masculinos o femeninos -hermafroditismo verdadero- o bien los genitales dicen una cosa y los órganos internos dicen otra -hiperplasia adrenal congénita-. Si hay dos cromosomas X y hay genitales masculinos y órganos reproductivos femeninos potencialmente fértiles, ese bebé que nace, ¿es niña o varón? Puedo tener duda de qué criterio aplicar. Una vez que elegí un criterio me pueden aparecer casos en los que no sé si esos criterios se aplican o no.

Sexualidad y realidad

Si bien los criterios son dicotómicos, la realidad no lo es. La realidad aparece distribuida de manera compleja donde es difícil aplicar los criterios.

El problema que aparece es cómo tratar estos casos. Los puedo tratar aceptando la ambigüedad sexual como una condición humana y sin intervenir en ella y viendo qué pasa, que no es en general la conducta de la medicina, o la puedo tratar interviniendo para transformar esta ambigüedad y definirla de una de las maneras canónicas de la sexualidad, que es, en general, la respuesta de la medicina.

La medicina interviene cuando hay ambigüedad sexual determinando quirúrgicamente el sexo del bebé, adecuándolo, a veces por motivos cosméticos, cuando el clítoris es excesivamente largo de acuerdo a la regla falométrica -de 0 a 10 cm-. Esta da una serie de valores para el pene y para el clítoris. Un clítoris de hasta tres centímetros es aceptable, de más es inaceptable porque parece un pene o tendría la capacidad de penetración y esa no es una función femenina. Un pene de hasta tres centímetros es inaceptable, mientras que uno de más de tres centímetros es aceptable. Cuando hay un micropene, la actitud médica es negar la posibilidad de masculinidad a un niño que no va a desarrollar su pene. No hay masculinidad si no es con ese órgano sexual capaz de dos cosas -según los protocolos médicos- dos experiencias fundamentales de la masculinidad: orinar parado y penetrar una mujer. Esto siempre bajo el control de pares. Si no se puede penetrar una mujer, no hay masculinidad, pareciera que no hay otras formas de la sexualidad, del erotismo, de la comunicación sexual, ni de la expresión del amor, sino la penetración vaginal. Eso es porque hay una función privilegiada de la sexualidad que es el coito vaginal que garantiza la reproducción. Si la única -o la privilegiada- función que le atribuyo a la sexualidad es la reproducción, las condiciones físicas de varones y mujeres que voy a exigir para eso son las posibilidad de un coito vaginal porque es la única sexualidad que garantiza la reproducción. Otras experiencias no serían consideradas legítimas dentro de la sexualidad.

En el caso de bebés que nacen sin vagina, esta se reconstruye con tejidos de intestinos. Además, debe tener el tamaño y la profundidad para un coito normal, no un micropene. En muchos casos con ayuda de bombas mecánicas y después de varias intervenciones quirúrgicas.

Al momento de nacer el sujeto no ha podido manifestar su propia sexualidad, su propia orientación o su propio género o su propia identidad. No ha tenido oportunidad de hacerlo porque acaba de nacer. La decisión se toma desde el punto de vista de un tercero con los datos que nos da la medicina como preponderante, incluyendo los psicológicos porque ese sujeto se supone que no va a poder ser feliz, tanto siendo una niña como siendo un varón, en las condiciones que la naturaleza le aportó.

En general, la actitud de la medicina es mutilar un cuerpo porque no tiene un aspecto normal. Es una actitud ideológica totalitaria. Las intervenciones son disciplinadoras y cosméticas, no por razones de salud. Tampoco se realiza un posterior seguimiento a lo largo de la adolescencia o la juventud.

La dicotomía ideológica no se corresponde con una dicotomía en los cuerpos, que tienen una diversa manifestación. La diversidad de cuerpos no se nombra, sino que se tratan de encajar en las categorías dicotómicas.

Existe todo un tema sobre la manera de nombrar o clasificar estos cuerpos, ver si rompen la dicotomía, y cómo tratarlos.

Si la idea no es aceptar la variabilidad natural, sino intervenir, esa intervención genera una serie de implicaciones legales, sociales y de género.

En algunos casos se ha intentado retrasar estas intervenciones médicas. Se realizan por urgencias. La madre pregunta si es varón o mujer y algo hay que decirles. Entonces, es una emergencia del médico, no una emergencia médica. La mayor dificultad es la comunicación a la familia. La dificultad previa de advertir que estos son casos posibles y, además, hay que anotarlos para la obra social y que la planilla solo tiene dos casilleros: varón y mujer. Lo que sería un problema tipográfico, no médico. Se podría poner una línea de puntos y esperar a que la subjetividad del bebé permita realizar una evaluación. En el Registro Civil dijeron que se podía aplazar esa identificación, pero había que tener cuidado con el nombre, que por ley no podía ser ambiguo. Pero, una ley se cambia con otra ley.

La sexualidad es interpretada con un género. El éxito de una operación depende de una muy buena educación de género. Hay que consolidarla con el nombre, trato, juguetes, conductas…

No solo la sexualidad es compleja, también lo es el género.

Género

Por un lado está la subjetividad de género que tiene que ver con la percepción del sujeto de su propia sexualidad. No siempre la subjetividad de género se corresponde con el sexo asignado al nacer (biológico). La subjetividad solo puede ser testimoniada por la propia persona y es sentirse perteneciente a un género determinado. Cuando esto no ocurre se habla de disforia de género: la falta de satisfacción o de equilibrio entre el sexo asignado al nacer y el género percibido.

La expresión de género tiene que ver con la forma en que yo manifiesto mi pertenencia a un género determinado. No siempre se compatibiliza con los cuerpos. Una travesti puede tener genitales de varón y tener una expresión de género de mujer. La expresión de género es la forma en que manifiesto mi pertenencia al género ante los demás. En general, cuando hay un acuerdo social es correspondido con una percepción acerca del género de la otra persona que es exitosa. Hay una atribución de género: es el género que yo le asigno a otra persona cuando interpreto su expresión de género. Si la persona pertenece a otra cultura o subcultura puede ser que la atribución no sea exitosa. La atribución de género es la que nos hace decir en general quiénes son varones y quiénes son mujeres.

Finalmente están los roles de género, que dicen cuáles son las expectativas sociales que hay para los sujetos, según sean varones o mujeres.

Entonces: complejidad en los cuerpos, complejidad en los géneros; no hay un género vinculado a un sexo.

Patologización

Los casos que no encajan en el paradigma de lo masculino y lo femenino son considerados enfermos, desviados, abyectos, criminalizados… en Chile, hasta hace poco, la homosexualidad era un delito penal.

Una idea de la patologización es la disforia de sexo. Si se quiere cambiar de sexo se debe pedir una autorización judicial. Los médicos no pueden realizar operaciones mutilantes irreversibles, sobre todo, si es en los genitales (salvo cuando la salud esté en peligro). Es decir, el sujeto debe reconocerse enfermo -disforia de género-, para que la patología lo habilite a realizarse una cirugía reparadora. Ergo, el reconocimiento de la diversidad sexual como patología es la condición para poder reparar una asignación que se hizo al nacer por una ideología dicotómica con respecto a la sexualidad. No se dejó abierta la posibilidad para que la persona elija su género. Se determinó socialmente cómo debía ser y si no fue exitosa esa asignación, para poder repararla el sujeto debe reconocerse enfermo, desviado con respecto a la norma.

Para la ley, un psiquiatra y un médico tienen que revisar esa identidad en anatomía y psiquis. La identidad de género no es la que el propio sujeto expresa, dicen los expertos. Esto solo indica un desajuste entre su cuerpo y su identidad, que es patológico, y el desajuste lo va determinar una tercera persona -el conjunto de expertos-. Es decir, la medicina y la psiquiatría determinan el género porque son quienes han exigido una patologización de las desviaciones de los propios principios que la medicina y la psiquiatría ponen. Cuando la categoría falla, el problema es de la realidad y no de la categorización.

Género e identidad

Al margen de que todavía no se ha sancionado la ley de identidad de género, algunos jueces han fallado teniendo presentes los tratados internacionales. Así, el sujeto manifiesta su pertenencia a un género determinado y no dice que padece disforia de género. En algunos casos se solicitan experticias médicas, en otros no. La solución es no necesariamente intervenir el cuerpo. A veces el sujeto quiere mantener el cuerpo que tiene. Simplemente quiere cambiar el género con el cual se lo identifique y se lo reconoce. Quiere mantener su cuerpo y cambiar el género reconocido. Se toma la partida de nacimiento y donde decía niña se pone varón o viceversa.

(El código contravencional se endureció en la ciudad de Buenos Aires y se prohibió la prostitución callejera. Se hizo sin ningún estudio previo. Solo razones ideológicas. No se sabía qué iba a pasar con las travestis. Había pensiones para hogares para hombres solos, para mujeres solas y cuartos de hotel para familias. Para las travestis no había nada previsto. Es decir, muestra lo que se llama episteme sexo-género. De la dicotomía sexual se llega a la dicotomía en las políticas públicas, en las leyes, en las instituciones, en las políticas sociales, en la arquitectura… son la expresión de la ideología de género dicotómica: las políticas son solo para varones y mujeres).

Otro aspecto que define la sexualidad es la orientación sexual, que tiene que ver con la orientación afectiva, erótica, amorosa que la persona tenga por una persona perteneciente a otro sexo, al mismo sexo o a ambos. Es decir, sigue manteniéndose la relación dicotómica. Sin embargo, los vínculos entre las personas pueden ser otros que no sean estos.

Algunos ven que ser gay o lesbiana no es solo una orientación sexual, sino una identidad. Otros piensan la orientación sexual como una práctica, es decir, pueden tener prácticas homosexuales sin ser homosexuales. Otras prácticas se definen como poliamor, se pueden tener muchos vínculos amorosos sin deslealtades (pueden ser hetero, homo,…). Las prácticas, muchas veces, definen la orientación.

Existe un debate: la orientación sexual, ¿es una elección o está en la naturaleza del sujeto?

Se están estudiando los genes y las estructuras cerebrales de los sujetos y su vinculación material con su orientación sexual. La explicación biológica de la diversidad sexual la están dando, también, las propias organizaciones de la diversidad sexual, no solo las personas o instituciones nazis.

¿Por qué? Porque si la orientación sexual de un sujeto depende de su naturaleza no puede ser criminalizado.

Es decir, en países donde está prohibida, si se probara que hay una condición natural en los sujetos se desincriminaría inmediatamente porque no sería una elección o un acto voluntario.

Por último, está el aspecto de la disidencia sexual: no tiene que ver con la diversidad, que es irse de esa identidad canónica que se ha marcado -femenina o masculina-, son diversas aquellas sexualidades que no encuadran en este encolumnamiento de las condiciones físicas, cromosómicas y de género. La disidencia consiste en que hay sujetos que no aceptan las normas de la heterosexualidad compulsiva de la identidad hegemónica o del coito vaginal para la procreación como única sexualidad legítima; sujetos que van discutir la norma, sujetos disidentes, aún cuando sean heterosexuales. En México una buga es una mujer heterosexual disidente que no impone su sexualidad a las demás.